El país era una fiesta

¿Qué es lo que más extrañaste durante la pandemia?, según Luis Alfonso Iglesias Huelga, una de las cosas que más extrañamos fue la fiesta. A este tema dedica su libro ‘El país era una fiesta’, una reflexión sobre la importancia de la fiesta, que nos hace cuestionarnos en nuestra manera de festejar.

«Vivir consiste en auto invitarnos a dejar de ir por detrás de la vida con el ojo pegado a una Cámara, liberarnos de la abulia inexplicable, de la aceptación inaceptable y retomar el poder de las figuras literarias que nuestra existencia nos procura».

El país era una fiesta, Luis Alfonso IGLESIAS HUELGA, Libros de Filosofía & Co, Madrid, 2023. P. 110.

Del libro aprendí:

Es un libro que analiza la fiesta desde muchísimos puntos de vista. Analiza la fiesta del capitalismo que nos obliga a necesitar de esta fiesta y gastar. Habla de la fiesta existencial que nos obliga a vivir infelices de lunes a viernes, sin disfrutar la maravilla que es vivir, para poder desenfrenarnos el fin de semana.

El libro también analiza desde grandes analogías a nuestra sociedad actual. Pone de relieve la sociedad lotofágica en la que vivimos, nos movemos y existimos (Sobre esta sociedad y la esperanza de su fin, tengo un artículo escrito en El Debate 😉).

El libro analiza nuestra relación con los medios. Un tema del que tengo ganas de escribir, porque me parece muy interesante: Los Realities. Esos programas que nos llevan a ver la vida de los otros, desde un morboso punto de vista que viola la intimidad. Lo que en realidad me preocupa de esas historias no es si la Marquesa de Griñón arregla un palacio, o cómo es su relación con su ahora esposo. Lo que me preocupa es que preferimos ver su vida y juzgarla que levantarnos del sofá y vivir la vida que se nos ha regalado. Esto se puede utilizar en cualquier reality.

Por terminar, un punto más –de muchos– que analiza el libro es el de la economía de la atención en los alumnos. “Cuando un alumno repite que algo le aburre porque no es divertido está expresando una vertiente limitadísima de la diversión limitada, a su vez, por un segmento reducido de la fiesta”. Nos hemos empeñado en divertir que se nos olvida lo sagrado que es enseñar. La educación no tiene que ser una fiesta, no todo en la vida tiene que ser una fiesta. Algo que aprendí en mis estudios de teología es que «Existe un tiempo para todo» Eclo 3, y que tenemos que aprender a estar en el momento que nos corresponde.

Antes del COVID el país era una fiesta, durante el COVID la fiesta fue diferente, se volvió extraña, alejada, clandestina… Lo maravilloso es que después de la Pandemia tenemos una oportunidad para repensar la fiesta, para vivir la fiesta desde unos valores diferentes, para vivir la fiesta de la contemplación, de la curiosidad, de la palabra, de los otros, del silencio, de la belleza.

Ahora el ‘balón’ está en nuestra cancha: ¿Cómo queremos vivir la fiesta?

Para pensar:

En la odisea se narra como Ulises y sus hombres llegan a la tierra de los lotófagos, llamada así porque sus habitantes se alimentaban con una flor de loto, una planta de color rojizo, deliciosa como la miel , porque , si se ingería , así olvidar el pasado cercano y el remoto a quienes la consumían punto al no recordar nada los días transcurrían sin preocupaciones ni proyectos y los compañeros de Ulises no quieren regresar porque prefieren estar en una especie de placentero estado de inconsciencia donde el resto no importa porque el resto ha sido olvidado

Condenados a ser libres, una existencia feliz tiene como contrapunto el sufrimiento, las dos caras de la acción de la voluntad en la que el bien se aprende a partir del mal y la felicidad se alcanza desde la dificultad para ser feliz.

La pandemia obligó a ese animal social que somos a revisar todo lo que dábamos por supuesto, simplemente porque se nos había dado por herencia social. Tuvimos que existir distanciados unos de otros, ocultos tras las mascarillas, sin toques, ni abrazos, ni discusiones a gritos que disparasen el virus a través de los aerosoles.

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