Santos que se puedan tocar, palpar, achuchar, besar…
«Seréis mis testigo»
Hch 1,8.
Nociones básicas de lo que es nuestra catequesis
Muchas veces y en muchos sitios se ha dicho que la familia es la primera y principal evangelizadora. Parece que se ha dicho tanto y tantas veces que ya lo damos por hecho… pero hoy quiero que reflexionemos sobre la importancia de este primer anuncio de la fe, la esperanza y el amor. Este primer anuncio tiene que ser por parte de los padres. Esto convierte a los padres en los primeros y necesarios catequistas de sus hijos.
Lo primero que tenemos que hacer es, hacer presente a Dios en nuestro hogar, creando un ambiente apropiado, un ambiente cristiano. ¡Cuidado! Esto no significa hacer de nuestra casa una sacristía o un convento, no. Crear un espacio exterior es importante para la creación de un espacio interior, esto requerirá de nosotros colocar algunas imágenes y signos cristianos en casa; nada exagerado, alguna virgen, un crucificado. También nos implica en tener actitudes cristianas, como colocar alguna oración a lo largo del día: por la mañana, por la noche, al comer.
Es importante recordar que en esta catequesis damos un vuelco a la catequesis que regularmente se da en las parroquias. Normalmente las catequistas son las principales responsables de la catequesis de los niños y los padres un apoyo. Nosotros creemos que no, ¡que tiene que ser al revés! Los padres son los principales catequistas y las catequistas unas colaboradoras.
El objetivo es lograr crear un ambiente de amor, un ambiente espiritual en la familia.
La santidad aquí y ahora
Vivimos en un mundo que no comprende la santidad, no por falta de ejemplos de vida, según la estadística desde Juan Pablo II la Iglesia jamás había canonizado a tantos santos en el mundo. Vivimos en un mundo que no comprende la santidad por falta de testigos. La santidad es algo sencillo, es ser ejemplo de la palabra y cumplir con la misión. La santidad es mostrar el rostro de la Iglesia, un rostro que es humano, que no es perfecto, que tiene pecado, que tiene luces y tiene sombras.
La santidad es algo sencillo, pero tan sencillo que se vuelve complejo. Dice Benedicto XVI que la santidad no es otra cosa que cumplir la caridad, o sea, ser santo es amar. Es cumplir las bienaventuranzas, es ser rostro de cristo frente a las personas. Es abrir de par en par el corazón al amor.
Lo complejo y lo que creo que todos los padres tendrían que–en la medida de sus posibilidades– intentar es ser modelos de santidad, modelos de la palabra y misión de Cristo en la vida de la familia.
Volviendo a Benedicto XVI, dice de la santidad que: cada santo es como un rayo de luz que ilumina la Palabra de Dios. Pues los padres tienen que ser ese rayo de luz que ilumine a sus hijos en la Palabra, porque si ustedes no explican la Palabra a sus hijos ¿Quién lo va a hacer?, ¿Una catequista que solo ven una vez por semana?, ¿Un sacerdote al que ven de vez en cuando en misa? ¡No, la Palabra tiene que ser proclamada por los padres a los hijos! Solo así lograremos subsanar esa cadena de transmisión de la fe que se está rompiendo en nuestra sociedad.
Nuestros hijos necesitan modelos de santidad, modelos que puedan tocar, palpar, achuchar, besar y esos no son los santos de madera o fibra de vidrio que tenemos en las Iglesias. Esos santos que los niños pueden palpar, tocar, besar, incluso jugar con ellos son sus padres.
Los padres son los modelos de santidad que los hijos necesitan, pero para ello los padres tienen que comenzar a tomarse enserio la labor de ser testigo de los hijos.
Conclusión
La santidad es un ‘partido‘ que nos jugamos aquí y ahora. No es algo que vendrá en el futuro, es algo que se tiene que trabajar desde este momento, desde la más tierna infancia. Volviendo al inicio, no hace falta dejarlo todo e ir a evangelizar a los herejes, lo único que falta es tener actitudes de fe, esperanza y amor para con los hijos. Una oración sencilla, dar la bendición antes de marchar de casa… con tan poco podemos cambiar la vida de nuestras familias. ¿Y si lo intentamos?